1.- EL Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando
El Panteón se construyó para dar cobijo a los restos mortales de aquellos militares pertenecientes a la Armada que, llevados por su alto concepto del honor o movidos por su abnegación y sentido del deber, alcanzaron el reconocimiento y la gloria, ya fuera dando ejemplo de bizarría en el campo de batalla, cultivando las letras o desarrollando las ciencias.
El destino vino a determinar que lo que en un principio iba a ser la Iglesia Parroquial de la nueva población castrense de San Carlos (mandada construir por Carlos III y diseñada por el capitán de fragata Vicente Ignacio Imperial Digueri), estuviese bajo la advocación de la Purísima Concepción de Nuestra Señora, como patrona tutelar de los reinos de España y de las Indias, y se convirtiera finalmente, después de numerosas vicisitudes, en el Panteón de Marinos Ilustres. [^1]
Del exterior destaca la sobria y monumental portada de estilo neoclásico y del interior el vestíbulo, de planta elíptica y la iglesia, de tres naves y cúpula sobre el crucero. En los tramos laterales se sitúan los 44 mausoleos y las 56 placas conmemorativas, homenaje a los marinos más destacados en la historia de la Armada española.
Aunque las obras de construcción se iniciaron en 1786, la terminación del mismo no se concretó hasta bien entrado el siglo XX. Tendríamos que remontarnos a 1850 para encontrar el Real Mandato que establecía dotar a este edificio de su carácter de Panteón. Entonces estaba dentro de lo que era el Colegio Naval y pretendía servir de referente de modelos de vida a los alumnos que allí cursaban sus estudios.
La solemne inauguración tuvo lugar el 14 de noviembre de 1854, fiesta onomástica de la reina Isabel II, que a la sazón ocupaba el trono de España. Pero no sería hasta 1942 cuando comenzara el proceso final de remate del edificio, que se terminaría en 1958 y que representa su aspecto actual, cubriéndose la nave central, levantando la cúpula sobre el crucero y realizando el presbiterio y el altar mayor con su retablo.
2.- El único cementerio del mundo de marinos de la Armada
Lo más significativo del interior del Panteón son los mausoleos de los marinos, situados en los tramos de las naves laterales. Partiendo de la cúpula cae al centro de la nave central una lámpara votiva en plata de 500 kilogramos de peso, esmaltada con 32 escudos de armas de algunas de las personalidades allí enterradas.
El Panteón es un edificio que contiene en su interior un cementerio. Y como tal cementerio, pueden verse en él lápidas y tumbas. Pero no solo hay monumentos funerarios; también se encuentran algunos conmemorativos, como el dedicado al primer acorazado que dio la vuelta al mundo, completándola desde febrero de 1865 a septiembre de 1867, la fragata blindada española Numancia.
Y es además el único que tiene un recuerdo a los enemigos: “Acuérdate también, Señor, de los enemigos que murieron luchando contra nosotros en combate, con nobleza y con honor. Dales la gloria eterna”.
El Panteón cuenta con un espacio singular, el cenotafio, que es donde se ubica la Sala de Aguas, consistente en un estanque que contiene las aguas de todos los océanos del mundo y que está dedicado a guardar un recuerdo especial de los marinos españoles que reposan en las profundidades de los mares.
Algunas de las sepulturas fueron esculpidas por artistas de reconocido prestigio, como Gabriel Borrás o Manuel García González.
En cuanto a los materiales que se emplearon en la construcción de los mausoleos, son de lo más variado y van desde la piedra artificial al bronce, pasando por el mármol.
3.- Entierro de Pascual Cervera Topete en Puerto Real
El almirante Pascual Cervera Topete falleció el 3 de abril de 1909, en su casa de Puerto Real (Cádiz), a los setenta años de edad.
Al abrirse el testamento, que lo tenía hecho desde cuando era Capitán de Navío, se halló en él una cláusula por la que mandaba que le enterrasen sin honores de ninguna clase. Las autoridades del Departamento se opusieron a darle cumplimiento y la familia, después de varias protestas, tuvo que ceder.
El entierro se verificó el día siguiente, 4 de abril, festividad del Domingo de Ramos, a las cinco de la tarde. Para conducir a los que deseaban de todas partes ofrecer aquel último homenaje de respeto a la memoria del insigne marino, se agregó al tren de Madrid otro tren militar, compuesto de diez vagones en donde llegaron a Puerto Real las comisiones de los distintos Cuerpos de la Armada, una columna de desembarco del Numancia, una sección de artillería de mar con dos piezas, y el primer batallón de Infantería de Marina.
El cortejo oficial lo componían un gran número de Generales y Jefes, entre los cuales estaban el Vicealmirante don Juan Viniegra, el Comandante General del Apostadero, don Enrique Santaló; el Comandante General del Arsenal, don Guillermo Camargo; el Gobernador Civil de la Provincia, don Leopoldo García; el Director del Observatorio Astronómico, don Tomás de Azcárate; el Jefe de Estado Mayor, don Ventura Manterola; el diputado a Cortes, señor Pemán y el Contralmirante don Juan Jácome Pareja, Marqués del Real Tesoro, en representación de la familia del difunto.
En el cementerio de Puerto Real descansaron los restos mortales de Cervera durante siete años, hasta que se trasladaron definitivamente al Panteón de San Fernando.
Pero desde el mes de noviembre de 1909 ya existía un Real Decreto que decía:
“A propuesta del Ministro de Marina, y de acuerdo con el Consejo de Ministros, vengo a decretar lo siguiente: Artículo 1º. Los restos mortales del Vicealmirante don Pascual Cervera Topete serán trasladados al Panteón de Marinos Ilustres. Art. 2º. Serán de cuenta del Estado todos los gastos que origine la traslación como la erección del mausoleo.- Dado en Palacio…- Alfonso.
Al hijo mayor del almirante, Juan Cervera Jácome, se le concedió un crédito de 2.500 pesetas que se ponían a su disposición para que procediera a disponer y preparar el mausoleo donde a su tiempo se había de efectuar el traslado.
4.- Traslado definitivo de los restos de Cervera al Panteón en San Fernando
Así llegó 1916 en que, pasado el tiempo prescrito por la Ley, podía hacerse el traslado de los restos desde el cementerio de Puerto Real al sitio ya destinado para él en el Panteón de Marinos Ilustres.
El acto solemne de la traslación de los restos tuvo lugar el 19 de junio de 1916. El día anterior se trasladaron los restos mortales de Cervera desde la tumba donde estaban al ataúd donde debían ya descansar definitivamente en el Panteón.
Desde Puerto Real a San Fernando iban y venían por vía férrea inmensas caravanas. La carrera, desde la estación hasta el Panteón estaba cubierta por fuerzas de Infantería de Marina; en los muelles de los Caños de la Carraca alzaban sus cascos los cruceros Extremadura y Reina Regente, y entretanto se formaba el tren especial que trasladaría los restos desde Puerto Real a San Fernando, con un furgón, un coche de tercera, dos de primera y otro furgón de cola, convertido en capilla ardiente, tapizado de negras colgaduras y en cuyo fondo se había levantado un altar.
Desde la estación, abría la marcha un piquete de a caballo; seguía el clero y detrás el armón, conduciendo el féretro y escoltado por guardiamarinas. Sobre la caja estaba el sombrero, el sable y la banda del Mérito Naval que usó el almirante, así como el bastón de mando con empuñadura de oro y brillantes que le habían regalado sus subalternos a la vuelta de la prisión de Annapolis.
Al entrar en su nueva y definitiva morada, los cruceros le saludaron desde La Carraca con los cañonazos de reglamento y se inició la ceremonia religiosa. El recinto se llenó de tristes armonías, haciendo comprender a todos los asistentes que se hallaban en la región de los muertos y que aquél era un lugar a propósito para la oración y reflexión.
5.- El mausoleo del almirante Cervera
Inicialmente el proyecto para el mausoleo de Cervera se encargó al escultor Gabriel Borrás, discípulo de Benlliure y constaba de un medallón con su busto, siguiendo los deseos de la familia, que debía ser modesto.
Pero ese primer boceto se modificó agregándole una cruz y un zócalo de piedra en donde figuraran, grabados en plomo, los nombres de los hechos más culminantes de la vida de Cervera.
El mausoleo tuvo al menos dos fases de construcción o modificación. La primera fue cuando los restos se inhumaron por segunda vez en 1916. Las características del monumento funerario son explicadas por el biógrafo de Cervera, Alberto Risco:
“En la parte superior de la losa mortuoria se ve un medallón circular de 0,55m. de diámetro, moldeado en bronce, y en cuyo centro aparece el busto de don Pascual con exacto parecido. El medallón descansa sobre un ancla de bronce, que lo sostiene en la parte superior entre los brazos de su cepo, en tanto que la parte inferior del medallón se apoya directamente en la losa. De esta parte inferior surgen dos ramas, a un lado y a otro, ornando el medallón, una de laurel y otra de roble, enlazadas por una cinta de metal, que deja caer las puntas de su lazo sobre las garras del ancla. Detrás del medallón ya descrito, hay una cruz, cuyos dos brazos parecen cobijar la figura del inmortal Cervera, guardando su sueño de predestinado”. (2)
El mausoleo formaba una base rectangular de 2,15m. de largo por 1,18m. de ancho, y contaba con una gruesa lápida de mármol blanco, cuya superficie era convexa y sus dimensiones 1,90 x 0,90.
En 1926 el escultor modifica el mausoleo eliminando la cruz anterior, sustituyéndola por otra de mármol con dos ángeles y situando a los pies del medallón la figura en bronce de una mujer. Esta extraordinaria composición es la que ha llegado hasta nuestros días, sin modificaciones posteriores.
6.- La representación simbólica de la Patria en el mausoleo de Cervera
Tradicionalmente, la alegoría de Hispania (que algunos identifican genéricamente como “la Patria”), representa a una mujer ataviada con ropaje clásico y tocada con una corona mural sobre otra de laurel.
Durante el periodo de la Restauración borbónica (1875-1931) la imagen de Hispania no aparece en las monedas de curso legal; tan solo pueden verse en medallas conmemorativas como la Proclamación (1902) o boda (1906) de Alfonso XIII.
Si bien la alegoría de Hispania se representaba ya en monedas de la época romana, 1.600 años después, en 1869, el Gobierno Provisional que puso fin al reinado de Isabel II, diseñó en plata la primera moneda de una peseta y rescató la olvidada imagen de Hispania. Y con ella, el uso de la corona mural, que adorna su cabeza.
En heráldica, la corona mural se usó para timbrar el escudo nacional español durante la I y II Repúblicas, tras suprimirse la corona real.
Por todo ello cuando se observa con detenimiento el conjunto del mausoleo de Cervera se aprecia que lo que la mujer lleva en su cabeza es una corona mural y esta circunstancia tiende a confundir al observador haciéndole dudar o pensar si esa pieza del mausoleo se colocó en un “periodo republicano”.
Sin embargo, y como se ha explicado con anterioridad, la simbología acerca de la corona mural sobre la cabeza de “Hispania o la Patria” no determina la condición republicana del personaje, sino el tratamiento atemporal del grupo escultórico.
7.- El artista que creó el mausoleo de Cervera
Gabriel Borrás Abella, nació en Valencia (1875) y falleció en Madrid (1943). Fue hijo del pintor Vicente Borrás Mompó. Estudió en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, y posteriormente en la de San Fernando, de Madrid.
Discípulo de Mariano Benlliure, Borrás tenía 45 años cuando realizó el mausoleo de Cervera. Pero también hizo otros para Concas, Bustamante, Antequera y el Grupo de la “Resurrección” (Soldados y clases muertos en las guerras coloniales). El artista valenciano, según los testimonios de la época, “poseía unas manos mágicas que hacían brotar del mármol figuras a las que solo faltaba el alma para tener vida”.
En 1925 el periodista Diego Berraquero escribió un artículo en el Heraldo de San Fernando, en el que afirmaba: “Por aquel entonces Gabriel Borrás se encontraba en San Fernando colocando un mausoleo, hecho en su estudio de Madrid, dedicado al heroico Cervera, en el Panteón de Marinos Ilustres…hacemos un silencio… y nos dirigimos hacia el magnífico mausoleo de Cervera, construido en dos épocas por el señor Borrás.” (3)
El historiador Martínez Montiel al referirse a otra pieza escultórica que Borrás realizó para la ciudad de San Fernando, escribe: “El grupo, al igual que casi toda la obra del escultor puede ser perfectamente incluido en una de las grandes corrientes del primer tercio del siglo XX: el humanismo idealista. Frente a la actividad innovadora de la vanguardia, la tendencia más conservadora sigue respetando las técnicas y formas definidas como características básicas de su arte”. [^4]
8.- Epílogo
En esta ciudad silenciosa que es el Panteón de Marinos Ilustres no están todos los que son, pero sí son todos los que están. Desde los restos mortales de don Gabriel de Císcar, los primeros entre los que tuvieron su acogida en el Panteón, una larga estela de tumbas, héroes y sabios honra y reconforta el recuerdo de quienes tanto camino hicieron con el mar de esencial protagonismo, contribuyendo desde él a escribir unas páginas hermosas de la historia patria.
Y entre todos ellos la figura del almirante Pascual Cervera Topete representa la viva encarnación de la lealtad, el sacrificio y el cumplimiento del deber, aunque este imponga trágicas consecuencias, ni buscadas, ni deseadas.
Su epitafio constituye el final de una época:
AL VICEALMIRANTE CERVERA BIZARRO MILITAR, ENTENDIDO MARINO ESCLAVO FIEL DE SU DEBER MODELO DE ABNEGACIÓN, CABALLEROSIDAD Y VIRTUDES CRISTIANAS LA PATRIA HONRA SU MEMORIA
R.I.P.A.
18 FEBRERO 1839 - 3 ABRIL 1909