Comportamiento de los cubanos con los marinos españoles el 3 de julio de 1898

Una vez terminada la guerra se desató un acalorado debate acerca del comportamiento de los cubanos con los marinos españoles en la luctuosa jornada del 3 de julio de 1898. La prensa norteamericana y la europea publicaron noticias y Vicente Mestre Amabile publicó el 20 de noviembre de 1899 un folleto titulado: “Carta abierta a la Prensa de Ambos Mundos”, en la que escribía lo siguiente:

Convencido de la imparcialidad de su periódico, no dudo que dará V. buena acogida en sus columnas a las siguientes líneas que tienen por objeto, que le haga justicia al pueblo de Cuba que a pesar de su heroísmo, de su abnegación, y de sus sentimientos altamente humanitarios, ha sido y continua siendo el blanco de ataques a cual más injustos y a cual más infames.

En el mes de julio de 1898 los periódicos de New York primero, y más tarde los todos los Estados Unidos y de Europa se entretuvieron, con motivo del combate naval de Santiago de Cuba, en asegurar que los insurrectos cubanos que se encontraban en las costas en donde embarrancaron los buques del Almirante Cervera, habían recibido a los náufragos españoles a tiros y machetazos, viéndose obligados los americanos a apresurarse a socorrerlos.

Más tarde los periódicos ilustrados no tuvieron inconveniente en publicar láminas representando la hecatombe de los españoles en manos de los cubanos; y el Teniente de Navío de 1ª clase español D. José Muller y Tejeiro en su obra “Combates y capitulación de Santiago de Cuba”, en la pág. 195, se permitió decir: “Muchos fueron asesinados en el campo a tiros y machetazos. Digo asesinados, porque no puedo dar otro nombre, a matar a tiros y machetazos a hombres desarmados, casi desnudos y muchos heridos. Comprendo la gravedad de semejante acusación pero así lo han asegurado cuantos pudieron salvarse”.

El Comandante francés E. Bujac en su obra “La Guerre Hispano Américaine” no solo reproduce este párrafo, sino que añade: “Esta prudencia excesiva del autor no tiene razón de ser, los crímenes feroces cometidos por los insurrectos cubanos han sido ratificados no solo por los españoles (entre ellos por el Señor Navia, Guardiamarina) sino también por los comandantes de los buques americanos”.

El día 3 de julio de 1898 nefasto para la Escuadra española, me encontraba yo con las fuerzas de vanguardia del General Calixto García en los alrededores de la bahía de Santiago de Cuba, vi salir los buques y al anochecer, después de comunicarnos el General en Jefe americano Mr. Shafter que la marina americana había dejado escapar la escuadra española, leí el parte del Coronel Cebreco, jefe de las fuerzas cubanas en la costa al General García, en que le daba cuenta del combate, de la pérdida y destrucción de los buques españoles, y por último del auxilio que había prestado a algunos náufragos y del ofrecimiento hecho al Almirante Cervera de servirlo en cuanto estuviese a su alcance. Cuál no sería mi sorpresa y mi indignación al leer los artículos de la prensa diaria y ver las láminas de los periódicos ilustrados en que se nos representaba como bestias feroces. Protesté como era natural y hasta hice reproducir en algunos periódicos un párrafo de una carta del Almirante español prisionero entonces en Annapolis, en que se daba gracias a los cubanos por su conducta con él.

No tuvieron eco suficiente mis protestas entonces, no se me consideraba imparcial por ser cubano, y a pesar de que en ninguno de los partes de los jefes de marina americanos constaba nada sobre el particular, se daba fe a las acusaciones de los maldicientes, entre ellos el reporter de la Prensa Asociada Mr. G. E. Greham, que en un artículo publicado en el mes de septiembre del MC Clure’s Magazine daba cuenta de lo que vio desde el Crucero Brooklyn donde se encontraba y dice en la pág. 432 lo que sigue: “Corrí al puente y le dije al almirante. No ve Vd. a esos cubanos disparando sobre los españoles desnudos que huyen de los buques incendiados? Se detuvo un momento, miró con cuidado y dijo: no pudo el Vizcaya escoger peor sitio. Debían saber que el Aserradero era un hervidero de cubanos”. Si el Sr. Greham se encontraba a bordo del Brooklyn, el buque de más andar de la escuadra americana y que fue el que persiguió al Colón hasta Tarquino donde embarrancó, ¿Cómo fue posible que viese lo que dice? ¿A qué distancia pasó de Aserradero? ¿No consta por los partes oficiales, que las llamas y el humo del incendio envolvían completamente el buque en donde se producían continuamente explosiones de todas las municiones? ¿Cómo es que el Comodoro Schley y el Comandante Cook nada dicen sobre este particular?

Aguardé por lo tanto con paciencia que pasase el tiempo necesario para que se esclarecieran los hechos en los tribunales de marina españoles y hoy después de quince meses llega a mis manos la mejor prueba de la verdad y la vindicación de mis compatriotas en armas.

Acabo de recibir de Madrid una publicación admirable que bajo el título de “Guerra Hispanoamericana. Colección de documentos referentes a la escuadra de las Antillas” publica el Contralmirante D. Pascual Cervera Topete. La simple lectura de dichos documentos descorre el velo que cubría ciertos acontecimientos que hasta hoy parecían inexplicables, y ponen de manifiesto no sólo las condiciones superiores que como soldado y como marino adornan al noble Jefe español, sino una abnegación y un espíritu de obediencia y de disciplina como difícilmente pueden encontrarse hoy. Marchó al suicidio con la calma del mártir. A pesar de haber hecho conocer al Gobierno el estado de los buques de su escuadra, de su artillería, de la falta de municiones, de carbón, de todo en fin, sale a la mar confiando en las promesas que se le hacen. Desde Cabo Verde renueva sus informes, indica cuáles son las condiciones de los buques después del viaje y las superiores del enemigo, pide un plan de campaña y se le niega, demuestra la imposibilidad de vencer y la seguridad de ser destruido y no se le oye; y por último, ya encerrado en Santiago de Cuba, prueba matemáticamente que desembarcando la artillería y la gente es casi seguro poder sostener la plaza, y se le obliga a reembarcarlos y a salir, para ser destrozado a los pocos momentos de abandonar la boca del puerto.

Para nosotros los cubanos, la lealtad y la nobleza del Almirante Cervera merecen nuestra gratitud; por eso no tengo inconveniente en consignarlo aquí.

En la pág. 157 copia el documento siguiente: (A bordo del transporte americano San Luis, en la mar 9 de julio de 1898) “Los insurrectos con quienes yo había hablado en la playa me habían dicho que con ellos tenían 200 hombres, entre los que había unos cinco o seis heridos, y me añadieron de parte de su Jefe que si queríamos irnos con ellos les siguiéramos y nos auxiliarían con lo que ellos tenían, a lo que le contesté que dieran las gracias a su Jefe y le dijeran que nosotros nos habíamos rendido a los americanos; pero que si tenían médico, les agradecería que curara a una porción de heridos que teníamos en la playa, algunos de ellos muy graves.

Al Comandante del Yacht le comuniqué esta conversación con los insurrectos y le supliqué reclamara nuestra gente, lo que me prometió, enviando al efecto un destacamento con bandera. También envió algunos víveres de que tan necesitados estaban en la playa…”

Después de semejante testimonio, qué pueden decir los autores de los artículos de los periódicos y de las revistas, el Sr. Comandante Dubai y sobre todo el Sr. Muller que se encontraba en la ciudad de Santiago?...

…La guerra entre Cuba y España afortunadamente ha terminado ya; olvidemos el pasado y consideremos a los españoles residentes en Cuba donde han formado familia y hogar, donde han creado industrias, comercios, fortunas, etc. como verdaderos compatriotas, y procuremos que los americanos, nuestros interventores hoy, nos den cuanto antes nuestra absoluta independencia, a la cual tenemos el más sagrado derecho; para que abriendo nuestras puertas al progreso y a la libertad veamos bien pronto a Cuba convertida en el emporio de la riqueza y de la civilización.

Con mi carta al Almirante Dewey quise contestar al argumento de que no somos los cubanos capaces de gobernarnos por nosotros mismos; con ésta quiero acabar de una vez con esa leyenda injusta e infame de que los cubanos somos sanguinarios y vengativos.

Anticipándole las gracias queda de V. Sr. Director, su más atento,

s.s. V. Mestre Amabile 65, rue de Provence Paris

El 28 de noviembre de 1899 Mestre Amabile escribe una carta al Almirante Cervera:

“Distinguido General: Tengo el honor de incluirle adjunta la Carta Abierta que con esta fecha envío a la Prensa de Ambos Mundos. En ella cumplo con un deber sagrado para mí, de expresar a Vd. mi profundo agradecimiento por su nobilísima conducta en hacer conocer la verdad sobre los sucesos ocurridos en los momentos en que se vieron obligados a embarrancar los buques de la Escuadra de su mando el nefasto día 3 de julio de 1898.

Todos y cada uno de los documentos que ha recopilado Vd. en su folleto vienen a hacer luz sobre hechos que al pueblo español en primer lugar, y al mundo en general interesaba conocer, para poder juzgarlos con la imparcialidad y con la cordura que su gravedad demandan.

Creo que con su publicación ha prestado Vd. un gran servicio a la Marina Española, a su país y a la Historia que no dudo reservará a Vd. la brillante página a que le han hecho acreedor sus altísimos merecimientos.

Si todos los que intervinieron en la última guerra hubieran obrado con la lealtad y honradez que Vd., ni España se encontraría en el estado en que se encuentra, ni los cubanos luchando aún por obtener nuestra independencia.

Aprovecho esta ocasión para reiterar a V., distinguido General, el testimonio de mi más alta consideración.

Vicente Mestre Amabile


(Contestación del Amirante Cervera)

Puerto Real 8 de Diciembre de 1899

Sr. D. Vicente Mestre Amabile:

Muy Sr. mío de toda mi consideración, sin duda por haber sido dirigida a Madrid he recibido con retraso su favorecida de 28 de Noviembre pasado.

Mucho agradezco a Vd. las benévolas frases que me dedica.

Como Vd. habrá visto al principio de mi “Colección de documentos” no he querido comentarlos ni ampliarlos, sino copiarlos a la letra, para no excitar las pasiones que seguramente levantaría cualquier comentario de mi parte; me ha de permitir Vd. que tampoco los comente aquí.

Pero sí insinuaré que puede suceder, y en este caso sucede, que falten en algunos documentos algunas particularidades que no se tuvieron en cuenta o a que no se dio importancia cuando se redactaron y puesto que Vd. estaba el 3 de Julio con Calixto García, no debe ignorar que a los náufragos del Oquendo los recibieron a tiros hasta que hechos cargo de que eran pobres náufragos, cesaron el fuego y los socorrieron con lo que pudieron, no sin que les costara la vida a dos de los náufragos y causaran algunos heridos.

Como hacer mención de esto en el parte mío sólo habría envenenado los ánimos más de lo que están, cuando el hecho tenía una explicación sencilla y la conducta posterior de los cubanos le quitaba todo valor moral, no quise hacer contar esto, pero se explica el dicho de los otros sobre lo que no es justo hacer juicios demasiado severos; bastante enconados están los ánimos para que los enconemos más!

Con gusto aprovecho esta ocasión para ofrecerme de Vd. atento s.s.

q.b.s.m. Pascual Cervera


(Contestación de Mestre Amabile)

Paris 16 de Diciembre de 1899

Distinguido General: No creo haya recibido Jefe alguno de la Escuadra tan unánime aplauso por su conducta y una vindicación tan absoluta como ha recibido Vd., de lo cual me congratulo en extremo.

No conocía los detalles que me indica Vd. en su carta de 8 del corriente sobre los lamentables sucesos ocurridos en la costa, que como dice Vd. muy bien, fueron inevitables; sólo conocía los exagerados comentarios que se publicaron y contra los cuales creí deber protestar.

Juzgo como Vd. que debemos tratar evitar toda clase de rozamientos y que haya una unión estrecha entre españoles y cubanos; en este sentido trabajo con algún resultado como lo comprueba el último banquete en La Habana y otras manifestaciones.

Con el mayor gusto reitera a V, distinguido General, el testimonio de su consideración y afecto.

Su atº s.s. q.b.s.m. V. Mestre Amabile


(Contestación final de Pascual Cervera)

Puerto Real, 22 de diciembre de 1899

Muy Sr. mío de toda mi consideración: He recibido su favorecida del 16 con los recortes que tuvo la bondad de acompañarme, de los cuales conocía el más largo que publicó el “Evening Post” de New York y que un amigo me lo envió de allí.

Mucho agradezco a Vd. sus benévolas palabras, así como a todos los que estiman que he cumplido con mi deber, pero diré a Vd. lo que dije a mis compañeros cuando fueron a recibirnos a Santander. “La derrota siempre es derrota por gloriosa que sea y lo que las naciones necesitan son victorias”. Desgraciadamente los poderosos abusan siempre de sus victorias y muy de temer es que Vds. mismos tengan que lamentarse de las de los EE.UU.

Mucho lo sentiré porque veo gran peligro para la raza latina de ser absorbida por los anglo-sajones y menos mal si la absorción se hace sin exterminarla, que todo podría suceder. Mire Vd. lo que está ocurriendo en el Sur de África.

Que le vaya a Vd. bien y disponga de su affmo, s.s.

q.b.s.m. Pascual Cervera

Contacta con nosotros