De cómo varía la historia según sea contada
Opinión pública y adoctrinamiento escolar en la óptica del 98

El texto oficial que se denominó popularmente “Libro Azul”, fue editado por la imprenta del Ministerio de Marina que estaba dirigido por el entonces Ministro de Marina, Ramón Auñón, en el que se manipula y distorsiona la verdadera correspondencia oficial referente a las operaciones navales durante la Guerra con los EE.UU.

Esto motivó, a su vez, la edición por parte del almirante Pascual Cervera Topete, de su Colección de Documentos referentes a la Escuadra de Operaciones de las Antillas, una vez que finalizó la Causa (Consejo de Guerra) que se le instruyó al regresar del cautiverio en Annapolis (EE.UU.).

1.- Introducción

La repercusión de los hechos del 98 fue mucho más importante para la historia particular de los contendientes que para la historia de sus posteriores relaciones. Para Cuba y Filipinas, el 98 supone un hito en su camino hacia la independencia. Para los EE.UU., el inicio de su carrera como gran potencia internacional. Para España, la pérdida de los restos del Imperio “donde no se ponía el Sol” puso de manifiesto las contradicciones del régimen de la Restauración.

La escuadra de Cervera recibió la orden de dirigirse a las Antillas, a pesar de que éste había manifestado insistentemente que era imposible derrotar a la flota yanqui, dada la manifiesta superioridad de la misma y que sería más conveniente que su escuadra se dedicara a la protección de las islas Canarias y de la Península ante un previsible ataque de los norteamericanos.

Los comandantes de la Escuadra, reunidos con su Almirante, ya en el Atlántico.

Una vez recibida la orden de zarpar, Cervera escribe al ministro de Marina, “Con la conciencia tranquila voy al sacrificio, sin explicarme ese voto unánime de los Generales de Marina, que significa la desaprobación y censura de mis opiniones, lo cual implica la necesidad de que cualquiera de ellos me hubiera relevado”. No era sólo Cervera el que tenía esa pesimista impresión. Villamil, capitán de navío (y diputado a Cortes), que mandaba la escuadrilla de torpederos, telegrafió a su amigo Sagasta (Presidente del Consejo de Ministros): “Ante la trascendencia que tendrá para la Patria el destino dado a esta Escuadra, creo conveniente conozca usted por el amigo que no teme censuras, que si bien como militares están todos dispuestos a morir honrosamente cumpliendo sus deberes, creo indubitable que el sacrificio de este núcleo de fuerzas navales será tan seguro como estéril y contraproducente para el término de la guerra, si no se toman en consideración las repetidas observaciones hechas por su Almirante al ministro de Marina”.

2.- Omisiones y errores en los mensajes, ¿casualidad?

El Ministro (Bermejo) al Almirante (Cervera).- Cabo Verde Madrid, 21 de Abril de 1898.

“Como Canarias está perfectamente asegurada y conoce V.E. telegramas de Washington sobre salida próxima de Escuadra volante, salga con todas las fuerzas para proteger isla de Puerto Rico que está amenazada, siguiendo la derrota que V.E. se trace, teniendo presente la amplitud que las instrucciones le conceden y que le renuevo. La frase “salgo para el Norte” me indicará su salida, debiendo ser absoluta la reserva sobre sus movimientos”.

A este telegrama se le ha suprimido en la versión oficial que se publicó tras la guerra la última parte, y que dice así: “La Nación, en estos momentos supremos en que se declara la guerra, acompaña a esa Escuadra en expedición y la saluda con entusiasmo”.


El Almirante (Cervera) al Ministro (Bermejo) Cabo Verde 22 de Abril de 1898.

“He recibido telegrama cifrado con la orden de seguir para Puerto Rico. A pesar de persistir en mi opinión, que es opinión general de los Comandantes de los buques, haré todo lo que pueda para avivar la salida, rechazando la responsabilidad de las consecuencias”.

A este telegrama falta en la versión oficial la última parte, que dice así: “Agradecemos saludo Nación, cuya prosperidad es nuestro único anhelo y en nombre de todos manifiesto nuestro profundo amor a la Patria”.


El Ministro (Bermejo) al Almirante (Cervera) Madrid 24 de Abril 1898.

“Oída la Junta de Generales de Marina, opina ésta que salgan urgentemente para las Antillas...”

El 24 de Mayo uno de los Generales que intervino en la Junta celebrada el 23 de Abril en el Ministerio de Marina, bajo la Presidencia del Ministro de Marina Bermejo, y que dictaminó sobre la conveniencia de que Cervera fuera al mar de las Antillas, escribía una carta a Cervera, en los siguientes términos:

“Mi querido General y amigo: Sólo le pongo estos renglones para darle mi más sincera enhorabuena por haber llegado con felicidad a ése puerto de Santiago de Cuba con la escuadra de su digno mando, pudiendo asegurarle que mi alegría al saber su llegada a esa ha sido muy grande, porque pensaba inevitable el encuentro con alguna de las dos escuadras enemigas que cruzaban por esos mares, y como ambas son muy superiores en fuerzas a la de su mando, era de temer que, aunque gloriosamente, fuera vencida y destrozada...”

Cervera contesta, el 16 de Noviembre de 1898 (cuando ya había regresado a España, después de su derrota y cautiverio en los EE.UU.) de esta forma:

“Mi querido General y amigo: De vuelta de la isla de Cuba, recibí anteayer su cariñosa carta de 24 de Mayo, que he agradecido mucho y que me ha causado mucho gusto por ser un documento precioso en primer término para mí y después para V. y todos los Generales que en la Junta magna votaron la ida de la Escuadra a las Antillas.

Ayer estuve en el Ministerio para dar a V. las gracias y hablarle de esto, y no lo encontré, sintiendo la causa de ello y por eso le escribo, en la imposibilidad de ir hoy ni mañana a su casa, para desearle alivio e iniciarle lo que pienso de su carta y lo que me propongo hacer.

La carta es interesantísima para mí, porque al decir usted que pensaba inevitable el encuentro con alguna de las dos Escuadras enemigas que cruzaban por aquellos mares, y como eran ambas muy superiores en fuerza a la de mi mando, era de temer que, aunque gloriosamente, fuera vencida y destrozada, se demuestra que no era sólo mi opinión, sino también la de mis compañeros, y aleja por completo toda duda de que nosotros fuimos empujados a segura destrucción, punto que a mí me importa mucho aclarar.

Es importante para V. y sus compañeros de voto, porque al demostrarse que a pesar de que creían ustedes que la Escuadra marchaba a la derrota, votaban ustedes que saliera, se pone de manifiesto que no la ignorancia ni la ligereza, sino móviles mucho más elevados eran los que impulsaban a ustedes, y aun cuando yo creo que esos móviles no han debido hacer variar sus votos de ustedes, es consolador ver ese espíritu de sacrificio en el Cuerpo, aun cuando hubiera de hacerse por otros que los votantes.

Falta decir a V. lo que me propongo hacer, que no es otra cosa que conservar su carta como valiosa joya, y hacer que su contenido conste en mi declaración...”

(La declaración a la que se refiere Cervera es al Consejo de Guerra al que tuvo que someterse por perder la Escuadra en el combate naval de Santiago de Cuba el 3 de Julio de ese mismo año)


El Almirante (Cervera) al Ministro (Auñón) Santiago de Cuba 25 de Mayo 1898.

“Estamos bloqueados; califiqué desastrosa nuestra venida para los intereses patria.- Hechos empiezan darme razón.- Con la desproporción de fuerzas es absolutamente imposible ninguna operación eficaz.- Tenemos víveres para un mes”.

El bloqueo se hace cada vez más asfixiante, debido a que la escuadra norteamericana cerca por completo la salida del puerto de Santiago de Cuba; inclusive por la noche los buques norteamericanos se acercan a dos millas de la boca encendiendo reflectores para evitar una huida o escape nocturno.

Mientras tanto, otras comunicaciones van despachándose:


El Ministro de Marina (Auñón) al Almirante (Cervera) Madrid 31 de Mayo de 1898.

“Diputados, Senadores y Comisiones Andalucía me encargan envíe afectuoso saludo V.E. y su Escuadra”.

Este telegrama está suprimido en la versión oficial.


El Ministro (Auñón) al Almirante (Cervera) Madrid 2 de Junio de 1898.

“...Su Majestad me manda felicitar a V.E. y combatientes de su Escuadra; también les felicitamos el Gobierno. Anúnciase propósito desembarco proximidades esa plaza”.

De este otro telegrama, sólo se publicó, con posterioridad, la última frase.


Para quien conozca la historia lo que a continuación se reproduce es otro indicador más del grado inconcebible de ineptitud que aquejaba a los dirigentes militares del momento:

El Ministro de la Guerra (Correa) al General en Jefe (Blanco) Madrid 3 de Junio de 1898.

“La situación muy seria de Filipinas nos obliga a mandar allí buques y refuerzos de tropas tan pronto como sea posible. Con objeto de poder contender con la Escuadra del enemigo en Manila, será indispensable mandar allí una Escuadra que no sea inferior... ...La única cosa que podemos hacer es enviar todos los barcos de la Escuadra de Cervera, que puedan salir de Santiago... ...Este movimiento sería sólo temporal, y una vez conseguido el objeto en Filipinas, la Escuadra volvería a Cuba sin pérdida de tiempo y fuertemente reforzada...”

Los tira y afloja entre el General Blanco (Capitán General de Cuba) y el Gobierno, provocan telegramas hilarantes que tienen, por desgracia, a la Escuadra de Cervera como “patata caliente” y con la que no saben qué hacer ni cómo resolver el entuerto en el que se han metido.

Cervera, que ve su salida de la bocana del puerto de Santiago de Cuba como un acto suicida estima que lo mejor es defender la ciudad con sus dotaciones reforzando a las tropas del General Linares, y hundiendo, si es necesario, los barcos para que no caigan en manos del enemigo.


El Ministro (Auñón) al Almirante (Cervera) Madrid 8 de Junio de 1898.

“Siendo imposible prever y resolver desde aquí con oportunidad todos los casos que pueden ocurrir en la campaña, el Gobierno, que conoce los medios de que Vuecencia dispone, las cualidades que le adornan y las amplias facultades de que está investido, confía en que hará de ellas el uso más acertado en cada caso, y estimará que ha llenado su difícil misión si deja satisfechas la letra y el espíritu de nuestras Ordenanzas”.

El mensaje halagador muestra la valía del Almirante, pero esconde un dardo envenenado, algo que evidentemente conocía Cervera: Las Ordenanzas Generales de la Armada, en su artículo 153 dicen: “Deberá combatir hasta donde quepa en sus fuerzas contra cualquier superioridad, de modo que, aun rendido, sea de honor su defensa entre los enemigos. Si fuese posible, varará en costa amiga o enemiga antes de rendirse, cuando no haya un riesgo próximo de perecer el equipaje en el naufragio; y aun después de varado, será su obligación defender el bajel, y finalmente quemarle si no pudiese evitar de otro modo que el enemigo se apodere de él”.


Mientras tanto, el General Blanco, que quería imponer su criterio sobre el de Cervera escribe al Gobierno de Madrid, en los siguientes términos:

El Capitán General Cuba (Blanco) al Ministro de la Guerra (Correa) Habana, 20 de Junio de 1898.

“Sensible ha sido que la independencia de que goza Escuadra de Cervera me haya impedido intervenir en sus operaciones, no obstante pesar sobre mi sus consecuencias, pues han variado por completo... ...La situación es gravísima y no dudo que el Gobierno de S.M. ordenará en tan críticas circunstancias lo que sea más oportuno al bien de la Patria y al honor de nuestras armas, haciéndole respetuosamente presente la conveniencia de unificar la acción militar en la presente guerra, disponiendo resida en mi autoridad el mando en Jefe de todas las fuerzas de mar y tierra destinadas a estos mares”


El Almirante (Cervera) al Ministro (Auñón) Santiago de Cuba 20 de Junio de 1898.

“El vigía me ha participado que hay a la vista sesenta buques enemigos, de ellos siete acorazados modernos”.


El Comandante General Apostadero (Manterola) al Almirante (Cervera) Habana 22 de junio de 1898.

“El Ministro me dice hacer el pedido municiones por número, clases y calibres, lo que manifiesto a V.E. para lo que le convenga”


El Almirante (Cervera) al Comandante General Apostadero (Manterola) Santiago de Cuba 22 de Junio de 1898.

“En la actualidad bloqueados y sitiada la plaza, es tarde para hacer el pedido municiones que en España hice muchas veces. Ya seguramente no pueden llegar con oportunidad, puesto que en estos días se ha de resolver la cuestión...”


El Almirante (Cervera) al Ministro (Auñón) Santiago de Cuba 23 de Junio de 1898.

“El enemigo se ha apoderado ayer de Daiquiri; hoy seguramente ocupará Siboney, a pesar de brillante defensa. El curso de estos sucesos es muy doloroso, aunque previsto. Han desembarcado tripulaciones Escuadra para ayudar Ejército. Ayer salieron cinco batallones de Manzanillo; si llegan a tiempo, prolongarán la agonía, pero dudo mucho que salven la plaza (de la catástrofe). (Dudando) Como es absolutamente imposible que la Escuadra (pueda salir) escape en estas condiciones, pienso resistir cuanto pueda y destruir los buques en último extremo. Aunque otros son responsables de esta situación insostenible, acarreada a pesar de mi gran oposición, es muy doloroso ser actor (encadenado) en estas”.

El texto original no contiene las palabras entre paréntesis, sino que tiene las que van en negrita, con lo que se altera por completo el sentido de lo escrito por el Almirante.


El 24 se le comunica a Cervera que pasa a estar bajo el mando del Capitán General Blanco. Cervera contesta al Ministro:

El Almirante (Cervera) al Ministro (Auñón) Santiago de Cuba 25 de Junio de 1898.

“Aunque siempre me he considerado subordinado del General en Jefe, doy a Vuecencia las gracias por esta disposición que da fuerza legal a las relaciones establecidas y, dando unidad a las operaciones (militares, relévame) me relevará de tomar por mí mismo resoluciones extremas de la mayor gravedad”.

El texto original no contiene las palabras entre paréntesis, sino que tiene las que van en negrita.


El General en Jefe (Blanco) al Almirante (Cervera) Habana 2 de Julio de 1898.

“En vista estado apurado y grave de esa plaza, embarque V.E. con la mayor premura tropas desembarcadas de la Escuadra, y salga con ésta inmediatamente”

El 3 de Julio de 1898 la Escuadra del Almirante Cervera sucumbía frente a la norteamericana.

Bien, ya conocemos algo más sobre cómo se alteró la verdad y la información durante las efemérides que transcurrieron con posterioridad al desastre. El Almirante Cervera pudo salir airoso del Consejo de Guerra que se organizó contra él debido a que coleccionó toda la correspondencia y que hizo llegar a España a través del Arzobispo de Santiago de Cuba, poco antes del combate final. La intención era dejar claro su pensamiento y sus acciones en relación a las órdenes dadas por el Gobierno.

Sin embargo, la manipulación de la información sobre este hito de la historia de España siguió, y las campañas cubanas y la guerra Hispano-cubano-norteamericana de 1898 fue reinterpretada muchas veces más...

3.- Adoctrinamiento en los textos escolares del siglo XX acerca de la política colonial española

Lo cierto es que las campañas cubanas y la guerra del 98, con la posterior secuela de pérdida de los últimos reductos coloniales, dejaron su huella en la memoria colectiva del pueblo español.

En la misma forma en que hasta en el último rincón de España se sabe hoy aquello de que “más se perdió en Cuba”. Y no sólo por el impacto que produjeron los miles de muertos que no volvieron, los miles de heridos que llegaron a sus pueblos de origen con las secuelas del desastre militar y la miseria personal, sino porque, durante muchos años, los mecanismos de reinterpretación de los hechos siguieron funcionando para manipular lo que había sucedido.

Esa manipulación de los acontecimientos no fue específicamente dirigida a ninguna región de España en particular. La revisión del pasado, su deconstrucción a la medida de los distintos poderes públicos que explicaban el problema y sus causas en distintos periodos del siglo XX, resultó ser una actuación que afectó a la comprensión de ese momento histórico por parte de las generaciones posteriores.

Si se pretende estudiar de qué manera la tan traída y llevada crisis del 98 ha llegado a nuestros días, existen metodologías de análisis, enfoques sectoriales y herramientas de interpretación tan variadas como los propios investigadores que se han acercado al problema.

Los textos escolares, por ejemplo, han contado a cuatro generaciones de españoles el ideario con que el propio sistema quiere que se le identifique y, por lo tanto, resume así sus postulados ideológicos.

Si bien sobre el papel que España ejerció como potencia colonial podríamos hacer una serie de consideraciones, nos vamos a centrar, solamente, en las circunstancias de la guerra hispano-cubano-norteamericana y su desenlace en el Tratado de París, que pone fin al conflicto.

Existen unos silencios clamorosos (tal y como veíamos en la primera parte de este informe justo recién terminada la contienda) que llaman la atención. En el texto de Porcar y Riera (Mallorca, 1919), la cercanía de la contienda con los EE.UU. fuerza seguramente al autor a emplear el recurso del olvido. Así curiosamente se pasa de decir que: “Cuba se alzó contra España ayudada por los Estados Unidos”, al renglón siguiente: “La escuadra española fue vencida por la yanqui”. Como se ve, el autor se le perdió nada menos que una declaración de guerra entre renglones...!

En el mismo texto se plantea una propuesta explicativa de la derrota que se repetirá cíclicamente a lo largo del siglo XX en todos los textos. Es la derrota de la Escuadra de Cervera la que hizo que “nuestro ejército no pudiera resistir”. Igualmente está despachada la cuestión en dos líneas en la Enciclopedia Dalmau (1922); un eufemismo sustituye cualquier mínima información de los hechos, y se afirma que: “...estas guerras (las de Cuba y Filipinas) nos acarrearon otra con esta nación (EE.UU.) y España se vio obligada a pedir la paz”. De no existir todavía los padres y abuelos actores de las guerras, los niños españoles de la época hubieran podido quedar con la impresión de que se pidió la paz sin mediar enfrentamiento bélico alguno!

El mito de una Escuadra compuesta por barcos de madera (lo cual no era cierto) se siguió explotando y se decía que: “El Gobierno la ordenó salir, y sin luchar porque carecía de medios defensivos, la escuadra yanqui los hundió”

Si se tiene en cuenta la larga vida de los textos escolares de la época, que podían transmitirse por generaciones, el lío de algunos escolares debía ser mayúsculo. En 1930 en la Enciclopedia Dalmau puede leerse: “Los Estados Unidos consiguieron también que el archipiélago de Filipinas se rebelara contra España, resultando de todo ello que nuestra nación declarase la guerra a aquella república norteamericana". Y se apunta que "la guerra es ocasionada por diversos incidentes y reclamaciones”. Es decir, ni la declaran los EE.UU., ni España: simplemente se ocasiona. Este pasar de puntillas sobre las causas políticas y las estrategias imperialistas de la época, se convierte en encaje de bolillos cuando a la derrota se le antepone siempre “una lucha que era muy desigual” desempeñada siempre por “los marinos que lucharon valerosamente”. Curiosamente se atribuye la responsabilidad de la paz a la derrota de la Marina...

En los textos escolares del franquismo, sin embargo, la característica común es la propia desaparición de la guerra del horizonte de los sucesos históricos. Y por supuesto, la inexistencia de la guerra implica la inexistencia de la propia derrota. En 1949 se resuelve la cuestión de la siguiente forma: “...perdiose durante la Regencia las islas de Cuba, Puerto Rico y Filipinas”.

En 1963 se repite el concepto de "pérdida" bajo el que subsumen los movimientos independentistas, la guerra hispano-cubano-norteamericana, la derrota militar y el Tratado de París, así de simple.

En 1965 el texto de Historia de Editorial S.M. al referirse al Imperialismo yanqui, dice: “...en 1867 la Unión compró Alaska a Rusia, pero sus verdaderos intereses estratégicos estaban en el Caribe. Por eso apoyó la insurrección de Cuba contra España, y con un fútil pretexto intervino en la guerra. Su escuadra venció a la española, y en el tratado de paz de Paris (1898) arrebató a España Puerto Rico, las Islas Filipinas, la isla de Guam (Marianas) y Cuba”.

Pero en 1969 la Historia de España Moderna y Contemporánea de Vicens Vives señala en su página 377: “...Cervera ya había llegado a las Antillas, donde, falto de combustible, tuvo que refugiarse en Santiago de Cuba. De allí quiso salir imprudentemente para La Habana, pero sus barcos de madera fueron fácil pasto de los fuegos de los barcos americanos, blindados y con cañones de mayor alcance. La pérdida total de los buques, 253 muertos (entre ellos el propio Almirante) y 1670 prisioneros, contra 2 muertos americanos, tal fue el trágico balance de la batalla de Santiago de Cuba...” No se pueden cometer más errores en tan poco espacio:

  • No salió imprudentemente, sino obligado por el mando supremo que ostentaba y que se preocupó de "hacer ejecutar" el General Blanco, con la oposición total del Almirante y sus Comandantes.
  • Sus barcos no eran de madera; eran relativamente modernos, pero obsoletos para la nueva estrategia naval que aparecía reflejada en la nueva construcción naval de la época: potentes acorazados (los norteamericanos), perfectamente blindados, contra cruceros ligeros (españoles) que en semejantes circunstancias poco podían hacer.
  • El Almirante no murió; cayó prisionero junto a su hijo Teniente de Navío que hacía las veces de Ayudante. Cervera moriría once años después, en 1909, en su casa de Puerto Real (Cádiz).
  • No fueron dos muertos, sino uno, por el bando norteamericano.
  • El término batalla se emplea, generalmente, cuando el escenario bélico es en tierra. Generalmente se emplea la acepción de Combate Naval cuando se desarrolla en la mar.

4.- Conclusiones.

La deformación o el silencio acerca de los hechos históricos según hemos podido ver persigue generar falsas apreciaciones o juicios de valor cuyo objetivo final es construir sentimientos de victimismo, añoranzas del pasado, etc., en vez de proporcionar información para elaborar juicios fundados y maduros.

Pascual Cervera conocía muy bien a la clase política de su época, y guardó todos los mensajes, cartas e informes debido a que él sería (o podría llegar a ser) chivo expiatorio de un sistema que estaba en completa descomposición.

La Reina Regente, acompañada de su hijo D. Alfonso, futuro rey Alfonso XIII.

Al llegar a España de su cautiverio (como decíamos anteriormente) el Gobierno manipuló todo lo referido a su Escuadra de Operaciones, intentando derivar la responsabilidad del desastre en el Marino español. El Gobierno no autorizó su llegada por el puerto de Cádiz (en previsión de "altercados"), sino que lo desvió a Santander, donde fue aislado sin poder “transmitir nada a la opinión pública”. Tuvo que soportar un Consejo de Guerra, amargo trago para quien había luchado como todos los miembros de su Escuadra por salvar el honor de España en aguas infestadas de buques norteamericanos. Tuvo que saber cómo en Las Cortes el Conde de las Almenas lo responsabilizaba del desastre pidiendo su condena y tildándolo de cobarde, o como algunos diputados gritaban “las Escuadras son para hundirlas...”

Afortunadamente Cervera pudo salir absuelto del Consejo de Guerra y publicar en 1899, con la autorización de S.M. la Reina Regente el libro: “Colección de Documentos referentes a la Escuadra de Operaciones de las Antillas”. El libro dejaba las cosas claras y demostraba todas sus tesis sobre el desastre. Le rehabilitaba y dejaba limpio el honor de él y sus Comandantes.

En la instancia a la Reina Cervera escribe:

“Que es notorio que por la destrucción de la Escuadra que mandaba en el combate de 3 de Julio de 1898, se instruyó causa en la que recayó providencia del Consejo Supremo de Guerra y Marina, sobreseyendo respecto al exponente y otros más. Pero esta Providencia, en la que sólo hubo un voto de mayoría, no parece suficiente para satisfacer a la opinión que, extraviada a raíz de los sucesos y mucho tiempo después, se manifestó en una campaña muy viva contra el honor del exponente, el de la Escuadra que mandó y el de la Marina entera.

Al observar estos síntomas, trató el recurrente de dar una amplia explicación al país, para lo que solicitó y obtuvo ser elegido Senador por la provincia de Albacete, pero ni aun así consiguió que se discutiera su acta de elección.

Declarado después procesado, creyó el exponente que no debía intentar hablar hasta que el Tribunal hubiese pronunciado su fallo.

El recurrente posee muchos documentos originales y otros en copia, pero todos auténticos, y de entre ellos hay no pocos publicados con errores, y otros que se han impreso sin publicarse, pero que los conocen muchos, con no menos errores que seguramente pueden extraviar la opinión.

Estos documentos, que tuvieron carácter de reservados la mayor parte, ya no tienen razón de ser el secreto por estar restablecida la paz, y su publicación corregiría muchos de esos errores, sirviendo de enseñanza para el porvenir.

Por todas estas razones, suplica rendidamente a V.M. se le permita hacer, a su costa, una edición de los documentos aludidos para ilustración del pueblo español”.

Si bien él ganó su guerra particular de la información, no pudo impedir que el sistema hiciera desaparecer el propio hecho histórico de la guerra o pasara de puntillas y con vergüenza los años siguientes...

El 3 de julio de 1998 se cumplía el centenario de los sucesos que hemos comentado y las Fuerzas Armadas Cubanas rendían homenaje a Cervera y sus marinos lanzando al mar coronas de flores, izando la bandera española en el castillo del Morro de Santiago de Cuba y sonando el himno español... ése mismo día, 3 de Julio, el Panteón de Marinos Ilustres (San Fernando, Cádiz), donde descansan los restos mortales del Almirante, tenía la cancela cerrada y sin ninguna autoridad asistente o acto programado, excepto la visita de un bisnieto Marino (mi hermano Manuel Cervera Fantoni), con sus dos hijos, que dejaron unas flores a los pies del mausoleo... así se escribe la historia, así se comunica y transmite...

5.- Epílogo

La opinión pública es el destello más brillante de la sociedad pública. Sin guiarse por él, los gobernantes corren el grave riesgo de dar al traste con la nave del Estado.

“Los charlatanes, los oradores, la prensa que rompe los vidrios que otros pagan, como dijo Bismarck; los eruditos que hablan de lo que no entienden, y los que esperan la revuelta para hacer su agosto, todo un montón de personas de poco juicio, o de juicio interesado, forman el núcleo de la bola de nieve. Rueda ésta ya, y entonces cada cual aporta a ella un nuevo copo para engrosarla, hasta que aplasta todo cuanto halla en su camino.

Deleitan entonces los insultos dirigidos al adversario; convencen las razones que se dan para demostrar que es inepto, que está dividido, que no se halla preparado; se cotejan las fuerzas propias y ajenas con error tanto más creído cuanto más grosero; suenan frases patrióticas de personajes abyectos, dioses de cieno que aúnan mucho a la patria porque de chuparla viven; y así, con este fundamento, van muchos pueblos a la guerra.

Luego vienen los resultados, el desencanto, la derrota, el desastre, y nadie quiere tener la culpa de él, nadie quiere haber contribuido a la formación de la bola de nieve bajo la cual quedó aplastado”.

Estos párrafos, escritos por A. Rubio en su “Diccionario” a raíz del Desastre de 1898, nada tienen de exagerado, pues la opinión pública echó siempre la culpa a los demás de los males que ella misma produjo, y juzgó siempre de forma caprichosa las operaciones de guerra.

La prensa sensacionalista norteamericana se encargó de “caldear” el ambiente y preparar psicológicamente a su población contra España. El reclutamiento afectó a más de 50.000 soldados estadounidenses.

Evidentemente, si uno revisa las hemerotecas y las publicaciones de la época (1898), con especial atención a la revista Blanco y Negro, puede darse cuenta del grado de inconsciencia y de manipulación que existió en aquellos meses. Manipulación en España, y manipulación en los EE.UU., donde Pullitzer y Hearst pugnaban por ver cuál de ellos llegaba más lejos...

Fuentes de Información / Bibliografía
“Guerra Hispano-Americana. Colección de Documentos referentes a la escuadra de operaciones de las Antillas”: Pascual Cervera y Topete. Imprenta de "El Correo Gallego". Ferrol 1899.
“Estudios de Historia Social. España y Cuba en el Siglo XIX”: Biblioteca Quinto Centenario. Director Antonio Elorza. Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Madrid 1988.
“Valencianos del 98”: Museu d'Etnologia de la Diputació de València y Centre Cultural La Beneficència. Valencia 1998.
“Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana”: Ed. Espasa Calpe. Madrid 1964.
Archivo histórico y fotográfico del autor:
Contacta con nosotros