En 1885 Pascual Cervera Topete fue enviado a Marsella y Tolón (Francia) como Presidente de la Comisión que había de inspeccionar la construcción del acorazado español "Pelayo" (y del que sería su primer comandante). Allí estuvo una buena temporada y dedicándose de lleno a ejercer el control del numeroso personal de ingenieros, maestros y operarios de los astilleros Forges et Chantiers de la Mediterranée. En ese momento, dos cuestiones le preocupaban especialmente: el blindaje del navío y el montaje de su artillería.
En 1891 la Reina Regente le reclama como ayudante de cámara y asesor naval. Y a finales de 1892, cuando asciende a capitán de Navío de 1ª clase (hoy Contralmirante) es nombrado Director Técnico y Administrativo de los Astilleros del Nervión, en Bilbao, encargándose de la finalización de la construcción de los tres cruceros de la clase Vizcaya, porque la gestión administrativa de la sociedad había sido desastrosa y conducido a la quiebra.
Cervera acude allí para sacar adelante esos cruceros que años más tarde, estarían bajo sus órdenes en Santiago de Cuba. A finales de 1893 Cervera es nombrado Jefe de la Comisión de Marina y Agregado Naval en Londres. No hay que olvidar que Londres representaba el emporio de la actividad marinera y naval, donde se podía estudiar y aprender lo más moderno en construcción naval, técnicas, tácticas y programas. Londres era, además, un magnífico observatorio desde el que otear (y espiar) la situación internacional, y Cervera, que poseía un buen grado de intuición, advertía claramente la tragedia que se le venía encima a España por los planes americanos sobre Cuba y Filipinas.
Es el único almirante de aquella época que, además de marino de guerra, tuvo que conocer los buques hasta el más mínimo detalle, como nadie. Por eso me resulta decepcionante cuando leo algún comentario de ignorantes que lo tachan de pesimista o desconocedor de los buques de entonces. Precisamente era el más realista de los almirantes y conocía perfectamente sus carencias y debilidades. Y por eso repitió mil veces al ministro de turno (Bermejo) todos los problemas que aquejaban a sus barcos y siempre se le tachó de exagerado (porque no les convenía oír las verdades del barquero).
El 25 de febrero de 1898 (osea, dos meses antes de la guerra con EE.UU.) Cervera escribe al ministro Bermejo advirtiéndole de la falta de visión de los centros de gravedad propios y del enemigo, en estos términos:
No recibió contestación... y todavía hay gente que desconoce por completo que los barcos españoles se artillaban con piezas González Hontoria, Krupp, Vickers, Maxim, Schneider, Skoda, Gatling, Nordenfelt,... Los blindajes provenían de Krupp, en Essen; la roda y codaste de Dewssop, en Shefield, y las torres de Forges et Chantiers, en Le Havre. Los tubos y zunchos de los cañones de Creusot (Francia) o Armstrong (Reino Unido). La dependencia de suministradores extranjeros era casi total. ¿Dónde están los almirantes que tanto conocían las técnicas de guerra y la construcción naval de entonces? No hay ni un solo nombre, todos eran más o menos políticos y cuando llegó la hora de la verdad y la guerra contra EE.UU. miraron al techo de sus despachos y dejaron a Cervera (con el culo al aire, y perdón por la expresión) a que se fuera a defender el honor y el trono de España...