En abril de 2006 viajé a Argentina con mi familia para celebrar las bodas de plata y el viaje me iba a deparar una sorpresa especial: de regreso a Buenos Aires, y paseando por Puerto Madero nos encontramos atracado un barco que al acercarnos reconocí de inmediato: la Fragata Presidente Sarmiento. Para el que desconoce su procedencia sólo aclarar que es un barco de la Armada Argentina, botado en 1897, y que fue Escuela de Guardiamarinas hasta el año 1937, fecha en que fue retirado del servicio activo. En 1962 fue declarado monumento histórico y se le destinó como “buque-museo”.
Sin embargo, por un momento la carne se me puso de gallina al encontrarme frente a frente con esta preciosa Fragata, que fue visitada por el almirante Pascual Cervera Topete, cuando llegó al puerto de Cádiz en su tercer viaje de instrucción, en 1902, es decir, hace ahora más de un siglo!
En la biografía que sobre el almirante Cervera escribió Risco pueden contemplarse tres fotografías con pies de fotos que no facilitan más información que la que uno podría entrever: que hubo una buena amistad con los marinos argentinos y que Cervera invitó a una fiesta íntima a Jefes, Oficiales y Guardiamarinas de la Sarmiento en su casa de Puerto Real.
Sin embargo, en la galería de fotografías ubicada en el sollado de proa pude descubrir una auténtica “exclusiva” (si se me permite emplear este término). La oficialidad de la Sarmiento, en su tercer viaje de instrucción, pudo agasajar a bordo (y así consta en los paneles informativos del Museo y que cito textualmente):
“…al Zar de Rusia Nicolás III y a la familia imperial en pleno; al famoso Almirante español Cervera y asistir a la Coronación de Alfonso XIII en Madrid”.
En la fotografía que se encuentra en el buque-museo aparece como pie de foto: “El famoso Almirante Pascual Cervera, héroe de la Guerra de Cuba, entre España y Norteamérica, posando con la plana mayor del buque”. En el centro de la fotografía se distingue al almirante Cervera, rodeado de la oficialidad argentina del Presidente Sarmiento, en 1902.
Un barco del siglo XIX, que aún se conserva, y que fue visitado por mi bisabuelo… Traté de imaginármelo entonces y la sensación inicial de emoción se transformó después en otra de respeto y admiración por aquellas naciones del mundo que conservan sus buques y navíos para estudio, disfrute y aprendizaje de las sucesivas generaciones. Pensé lo mucho que podrían aprender nuestros hijos si hiciéramos en España lo mismo con nuestros barcos, en vez de enviarlos al desguace…
Si el viaje de nuestras bodas de plata había sido extraordinario, este hallazgo simbolizaba algo entrañable y a la vez importante en mi trabajo de investigación histórica en torno a la obra y trayectoria del Almirante Cervera.